miércoles, 30 de octubre de 2013

Texto Personal: Anécdota

¡Mama Estoy en el Periódico!
Athenas Pérez Allende
-¡Todos al auditorio!- la maestra trataba de llamar la atención de la multitud de niños que salía de los salones. Yo calculo que había por lo menos 25 niños en cada salón, eran 2 grupos por año, lo bueno que en esta escuela solo cursaban de Kinder a sexto de primaria. Tenía 12 años, me encontraba en el quinto año de primaria; mi salón era uno de los más grandes, éramos 35 niños. En esa época ya había pasado por varias escuelas y como siempre era la niña nueva, pero jamás había estado en una escuela con tanta gente. La escuela se llama Rolling Hills se encuentra en un pequeña ciudad en San Francisco. Lo que me gustaba de esta escuela era que siempre venían a visitarnos los papás de algunos alumnos a explicarnos sobre su trabajo,  ya que había muchos niños con padres que tenían trabajos peculiares.
No me gustaba separarme de mi grupo, siempre había mucha gente por todos lados y no es que necesite a alguien junto de mí todo el tiempo, solo que prefiero estar rodeada de gente que conozco. Me acuerdo que me costó mucho trabajo llegar al auditorio sin separarme de mi grupo, pero lo logre. Estaba muy emocionada porque había logrado ver unas cajas  donde supuse podía caber algún animal, también se encontraba un señor con una vestimenta tipo Indiana Jones. Soy fanática de las películas de Indiana Jones desde que tengo 9 años, el decir que estaba emocionada es poco; no sabía si debía hacerle saber a mi amiga Tasia la causa de mi emoción, no sabía si lo tomaría como algo bueno o algo bueno. Tasia me veía muy raro, sí estas visitas me emocionaban, pero tenía 12, era temprano, siempre tenía hambre, y mi emoción en está ocasión era rara. Decidí no dar explicaciones, Tasia era mi amiga pero yo la consideraba más bien una conocida y simplemente no le tenía confianza.
La maestra se paró a dar el discurso  que daba siempre cuando alguien venía de visita a la escuela. Hablaba en un inglés fluido el cual se me hacía difícil entender, pero Tasia siempre tenía la paciencia de explicarme (creo que esa era la razón por la cual la consideraba más que a los otros niños de mi salón). Lo único que me molestaba de estas presentaciones es que las misses tomaban este tiempo para recordarnos de futuros eventos, proyectos, etc. y la verdad se tardaban demasiado en empezar la presentación. Yo con mi poca paciencia y mi emoción, el discurso de la miss se me hizo interminable.
No se me es difícil permanecer callada, pero para los demás en aquel auditorio se podía decir que mantenerse en silencio era imposible. La miss no notaba que todos estaban hablando porque creo que no escuchaba nada más que su voz. Aparte que me costaba entenderle a la miss por su inglés, no se podía escuchar entre tanto ruido.  Me encontraba en la parte de atrás del auditorio, no se le entendía a la miss, entonces no podía poner atención, pero sinceramente no me preocupaba ni importaba.
En ese año no tenía una relación de confianza con nadie en mi salón, todos eran conocidos, nadie me caía mal, pero nadie realmente me caía bien. Mientras todos hablaban, yo seguía esperando que la miss terminara su discurso y que Indiana Jones empezara su presentación. Finalmente la miss termino, después de una eternidad.
El señor empezó a hablar, yo escuche atentamente. Se presentó,  no logro recordar  cuál era su nombre o de quien era papá. Mi suposición fue correcta, en las cajas se encontraban animales, los cuales el señor nos mostró poco a poco. Primero nos enseñó unos pequeños animales que yo supuse que eran ratones, pero no era puercoespines; me parecieron muy curiosos e inofensivos, pero el señor nos explicó que tenían púas que las usaban como defensa, y salían volando cuando se sentían amenazados por un depredador. Cada vez los animales que sacaba de sus cajas se volvían más peligrosos y grandes, el último animal que saco fue una serpiente demasiado grande para mi gusto.
Casi al terminar la presentación, el señor dijo que si alguien tenía una pregunta. A alguien, no se quien, se le ocurrió preguntar que si podíamos tocar los animales; a mí se me hizo ilógico porque eran animales peligrosos. Yo pensé que el señor simplemente no nos iba a dejar, pero se tomó un momento para pensarlo. Finalmente busco en una de sus cajas, y saco al puercoespín. – ¿Quién quiere tocar al puercoespín, sin guantes?- dijo el señor. No sé porque esto me hacía enojar tanto, ¡éramos niños chiquitos que preguntábamos cosas estúpidas y no por eso tiene que seguirnos la corriente! ¡Aparte sin guantes! El señor vio las caras de la maestras, y explico que no había peligro alguno si lo acariciábamos de manera correcta.
Nadie alzaba la mano, nadie quería tocar al puercoespín, que se me hacía ridículo ya que nosotros fuimos lo que preguntamos. ¿Por qué tomarse la molestia de preguntar, hacer que el señor saque al animal y después no participar? No me di cuenta pero mi mano decidió levantarse, al instante que lo hice pude observar otras manos. Por un lado me calme porque había hecho que otras personas alzaran la mano, y por otro lado me quería golpear porque no quería enterrarme púas de puercoespín. El señor grito - ¡Tú la de atrás! Si la de pelo chino-. 
Me levante no sabía que más hacer, no me gusta ser el centro de atención, y todos estaban viéndome. Esto era genial, quisiera decir que estaba brincando de felicidad que Indiana Jones me había escogido a mí, ¡pero solo podía ver al puercoespín que tocaría sin guantes! Me explico que si me ponía al lado del puercoespín, que era mucho más grande de cerca que como se veía atrás del auditorio, no me pasaría nada y que lo tenía que acariciar de su cabeza hacia el otro extremo de su cuerpo. Lo hice y viví. No hay más que decir solo simplemente lo hice, se sentía como tocar pasto muy duro.
Todos aplaudieron, volví a mi lugar rápidamente y poco a poco la gente se fue saliendo del auditorio. Siempre salimos por grados, yo como estaba en quinto era una de las últimas en salir. Ya cuando casi todos se habían ido, un joven se me acerco, tenía puesto un chaleco, cargaba una cámara y una libreta. Me dijo que si podía tomar mis datos, que quería poner la foto de cuando toque al puercoespín en el periódico local. Estaba muy emocionada, le di mis datos, y le dije a todo mundo que era famosa.

El día que salió el periódico lo compre, creo que fue la primera vez que compre un periódico, y se lo mostré a mi mamá.-Pero solo sale tu mano….- mi mamá me dijo, y parecía estar confundida de porque estaba tan emocionada. Salí en el periódico, solo mi mano, pero salí en el periódico, ¡mi nombre estaba impreso en él periódico! 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario