¡Mama Estoy en el Periódico!
Athenas Pérez
Allende
-¡Todos al auditorio!- la maestra
trataba de llamar la atención de la multitud de niños que salía de los salones.
Yo calculo que había por lo menos 25 niños en cada salón, eran 2 grupos por
año, lo bueno que en esta escuela solo cursaban de Kinder a sexto de primaria. Tenía
12 años, me encontraba en el quinto año de primaria; mi salón era uno de los
más grandes, éramos 35 niños. En esa época ya había pasado por varias escuelas
y como siempre era la niña nueva, pero jamás había estado en una escuela con tanta
gente. La escuela se llama Rolling Hills se encuentra en un pequeña ciudad en
San Francisco. Lo que me gustaba de esta escuela era que siempre venían a
visitarnos los papás de algunos alumnos a explicarnos sobre su trabajo, ya que había muchos niños con padres que
tenían trabajos peculiares.
No me gustaba separarme de mi grupo,
siempre había mucha gente por todos lados y no es que necesite a alguien junto
de mí todo el tiempo, solo que prefiero estar rodeada de gente que conozco. Me
acuerdo que me costó mucho trabajo llegar al auditorio sin separarme de mi
grupo, pero lo logre. Estaba muy emocionada porque había logrado ver unas
cajas donde supuse podía caber algún
animal, también se encontraba un señor con una vestimenta tipo Indiana Jones.
Soy fanática de las películas de Indiana Jones desde que tengo 9 años, el decir
que estaba emocionada es poco; no sabía si debía hacerle saber a mi amiga Tasia
la causa de mi emoción, no sabía si lo tomaría como algo bueno o algo bueno.
Tasia me veía muy raro, sí estas visitas me emocionaban, pero tenía 12, era
temprano, siempre tenía hambre, y mi emoción en está ocasión era rara. Decidí
no dar explicaciones, Tasia era mi amiga pero yo la consideraba más bien una
conocida y simplemente no le tenía confianza.
La maestra se paró a dar el
discurso que daba siempre cuando alguien
venía de visita a la escuela. Hablaba en un inglés fluido el cual se me hacía
difícil entender, pero Tasia siempre tenía la paciencia de explicarme (creo que
esa era la razón por la cual la consideraba más que a los otros niños de mi
salón). Lo único que me molestaba de estas presentaciones es que las misses
tomaban este tiempo para recordarnos de futuros eventos, proyectos, etc. y la
verdad se tardaban demasiado en empezar la presentación. Yo con mi poca
paciencia y mi emoción, el discurso de la miss se me hizo interminable.
No se me es difícil permanecer
callada, pero para los demás en aquel auditorio se podía decir que mantenerse
en silencio era imposible. La miss no notaba que todos estaban hablando porque
creo que no escuchaba nada más que su voz. Aparte que me costaba entenderle a
la miss por su inglés, no se podía escuchar entre tanto ruido. Me encontraba en la parte de atrás del
auditorio, no se le entendía a la miss, entonces no podía poner atención, pero
sinceramente no me preocupaba ni importaba.
En ese año no tenía una relación de
confianza con nadie en mi salón, todos eran conocidos, nadie me caía mal, pero
nadie realmente me caía bien. Mientras todos hablaban, yo seguía esperando que
la miss terminara su discurso y que Indiana Jones empezara su presentación.
Finalmente la miss termino, después de una eternidad.
El señor empezó a hablar, yo escuche
atentamente. Se presentó, no logro
recordar cuál era su nombre o de quien
era papá. Mi suposición fue correcta, en las cajas se encontraban animales, los
cuales el señor nos mostró poco a poco. Primero nos enseñó unos pequeños
animales que yo supuse que eran ratones, pero no era puercoespines; me
parecieron muy curiosos e inofensivos, pero el señor nos explicó que tenían púas
que las usaban como defensa, y salían volando cuando se sentían amenazados por
un depredador. Cada vez los animales que sacaba de sus cajas se volvían más
peligrosos y grandes, el último animal que saco fue una serpiente demasiado
grande para mi gusto.
Casi al terminar la presentación, el
señor dijo que si alguien tenía una pregunta. A alguien, no se quien, se le ocurrió
preguntar que si podíamos tocar los animales; a mí se me hizo ilógico porque
eran animales peligrosos. Yo pensé que el señor simplemente no nos iba a dejar,
pero se tomó un momento para pensarlo. Finalmente busco en una de sus cajas, y
saco al puercoespín. – ¿Quién quiere tocar al puercoespín, sin guantes?- dijo
el señor. No sé porque esto me hacía enojar tanto, ¡éramos niños chiquitos que preguntábamos
cosas estúpidas y no por eso tiene que seguirnos la corriente! ¡Aparte sin
guantes! El señor vio las caras de la maestras, y explico que no había peligro alguno
si lo acariciábamos de manera correcta.
Nadie alzaba la mano, nadie quería tocar
al puercoespín, que se me hacía ridículo ya que nosotros fuimos lo que
preguntamos. ¿Por qué tomarse la molestia de preguntar, hacer que el señor
saque al animal y después no participar? No me di cuenta pero mi mano decidió
levantarse, al instante que lo hice pude observar otras manos. Por un lado me
calme porque había hecho que otras personas alzaran la mano, y por otro lado me
quería golpear porque no quería enterrarme púas de puercoespín. El señor grito
- ¡Tú la de atrás! Si la de pelo chino-.
Me levante no sabía que más hacer,
no me gusta ser el centro de atención, y todos estaban viéndome. Esto era
genial, quisiera decir que estaba brincando de felicidad que Indiana Jones me
había escogido a mí, ¡pero solo podía ver al puercoespín que tocaría sin
guantes! Me explico que si me ponía al lado del puercoespín, que era mucho más
grande de cerca que como se veía atrás del auditorio, no me pasaría nada y que
lo tenía que acariciar de su cabeza hacia el otro extremo de su cuerpo. Lo hice
y viví. No hay más que decir solo simplemente lo hice, se sentía como tocar
pasto muy duro.
Todos aplaudieron, volví a mi lugar rápidamente
y poco a poco la gente se fue saliendo del auditorio. Siempre salimos por
grados, yo como estaba en quinto era una de las últimas en salir. Ya cuando
casi todos se habían ido, un joven se me acerco, tenía puesto un chaleco,
cargaba una cámara y una libreta. Me dijo que si podía tomar mis datos, que quería
poner la foto de cuando toque al puercoespín en el periódico local. Estaba muy
emocionada, le di mis datos, y le dije a todo mundo que era famosa.
El día que salió el periódico lo
compre, creo que fue la primera vez que compre un periódico, y se lo mostré a
mi mamá.-Pero solo sale tu mano….- mi mamá me dijo, y parecía estar confundida
de porque estaba tan emocionada. Salí en el periódico, solo mi mano, pero salí en
el periódico, ¡mi nombre estaba impreso en él periódico!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario